sábado, 10 de octubre de 2009

El Perú y la visión socieducativa de Poveda: perspectivas

Jenny Valcárcel
Lima, 10 de octubre 2009

Poveda es un hombre de su tiempo, pero que supo adelantarse a
ese mismo tiempo y, así, engendró parte del futuro;
como todos aquellos que viven la encarnación de Cristo. (Alcover)

“Tengo el orgullo de ser peruano y soy feliz”, ¿soy feliz? ¿Tenemos razones los peruanos para ser felices? Felices, cuando vemos la marginación de cientos y miles de rostros de niños, jóvenes, ancianos, en estado de pobreza y pobreza extrema … Peruanos marginados cuando tienen un idioma propio, quechua, aymara, etc., -que no son dialectos-, culturas, experiencias y estilos propios. Sintamos la misma marginación de esos mismos rostros, en Lima, quizá más postergados que en su misma tierra, pues los trajeron para “civilizarlos” en el estilo citadino, y ahora no pertenecen ni a una cultura ni a la otra …

Me pregunto que diría el Padre Poveda ante esta realidad, él que creyó, impulsó y se comprometió con dinámicas de encarnación. Dinámicas de solidaridad, de acercamiento, de comunión. Dinámicas que lo llevaron a “encarnarse en lo marginal”, en las Cuevas de Guadix, donde descubrió el valor significativo y pedagógico de los pobres como aquellos más queridos de su Señor, como diría el escritor y periodista, Norberto Alcover. También para Poveda los pobres eran los más queridos, aquellos que no tienen su corazón en las riquezas, ni la confianza en el poder que nace de ellas.

Al ver el dolor y la miseria de tantos peruanos creo que el Padre nos diría que en la lucha por la felicidad de todos y cada uno de los peruanos no estamos solos, que hay Uno que nos antecedió en dar vida y vida en abundancia.

Sí, podemos decir “tengo el orgullo de peruano y ser feliz” por sabernos y vernos en la lucha con tantos peruanos y peruanas, que trabajan por hacer un Perú con justicia para todos y todas.

La educación para Poveda no era solamente instrucción, era educación de la voluntad, de la moralidad, del sentimiento patrio, de la religión, de la piedad… La oferta educativa de Poveda, o mejor, su “encarnación educativa” es la ocupación fundamental de promover el desarrollo de la plenitud de las personas, personas que no se encuentran solas sino que se encuentran en relación unas con otras, y que desde ahí puedan confrontar la vida con el misterio de Dios.


De Guadix a Covadonga: “Se hace camino al andar”

Balbina Vallejo Fernández
Lima, 10 de Octubre 2009

“TODO EMPEZÓ EN UNAS CUEVAS DONDE VIVEN LOS GITANOS…”

Sí, el Padre Poveda dice con acierto que todo empezó…, pero empezar implica que hay que seguir, continuar… y aunque “se hace camino al andar” y como nadie puede andar por cada uno, contradictoriamente se dejan caminos abiertos para que otros los anden…

Pedro Poveda fue al barrio de las Cuevas de Guadix a evangelizar a los gitanos y entendió que lo primero que había que hacer era educar en la ciencia de la “`plenitud humana” y para ello procurar que los que reciben la Buena Noticia estén implicados, junto a otros, en pasar de “condiciones menos humanas a condiciones más humanas”, como diría Paulo VI. El Padre Poveda se ocupa de que los gitanos tengan lo suficiente para poder vivir, para poder responder a la vocación de ser “personas”, en el decir de Juanico. Poveda piensa en la persona total, alma y cuerpo.

La primera tarea, por llamarlo de alguna manera, que tiene que afrontar el Padre es su propia encarnación, en una realidad geográfica, cultural y ambiental totalmente distinta a la vivida desde su infancia. El clima, la alimentación, las costumbres… Esto lo preparará para las nuevas tareas a las que debe responder como Canónigo en Covadonga

Salir de Guadix, de Andalucía, no es solamente dejar un espacio geográfico, con sus costumbres propias, con un trabajo iniciado y una experiencia vivida. Significa preguntarse por dónde y cómo continuar ese inefable “encuentro” que nos relatará después diciendo: “todo empezó… ”

¿UNA NUEVA PROPUESTA SOCIO-EDUCATIVA?

No, se va dibujando más completa. De Guadix a Covadonga supone que ya no hay gitanos que evangelizar. Hay otro tipo de personas, otras tareas a las que debe responder, pero siempre le queda el espacio para lo que ha sido y seguirá siendo su preocupación: el problema de la educación. Este problema, agravado por la situación política de España de los primeros años del siglo XX, suele ser tema habitual en las conversaciones entre los casi únicos habitantes de Covadonga, los canónigos de la Basílica.

Impresiona comprobar en Poveda que, ante la preocupación por las dificultades que presenta la enseñanza en la España de ese tiempo, se hace muy fuerte en él la confianza que pone en los jóvenes: “Yo soy un convencido de que los jóvenes no rechazan por principio el Evangelio. Al contrario yo tengo la experiencia, no tan lejana, de que suelen apasionarse por él, cuando detrás está la vida”.

Poveda ha pasado largos ratos de oración frente a la Virgen, pidiendo luces y modos de afrontar el problema de la laicización de la enseñanza: “Todo surgió y cristalizó mirando a la Santina”. Junto a María la Institución ha visto maravillas y ¿hasta dónde nos llevará ese amor inconmensurable de los miembros de la Institución a la Madre de Dios, a la Madre nuestra? Si no fuera así sencillamente la Institución Teresiana desaparecería, como el Padre nos lo afirmará con toda su seguridad.

Flavia Paz Velásquez, en “Proyectos Pedagógicos”, nos dice: (en Covadonga) “Aquí presiente también Poveda su vocación definitiva, temida y arrostrada de frente: entrar en el terreno de la cultura y la enseñanza pública. Empezar también él su reforma cristiana, un nuevo estilo de educador – y también de catolicismo – que se haga presente en la sociedad laica, pronunciando su acto de fe desde la cultura y la tarea educativa”.

“AL ANDAR SE HACE CAMINO”: LA “REFORMA DE SER CRISTIANA Y DE ESTILOS DE SER EDUCADORA” EN ESTAS TIERRAS.

Desde el Perú de hoy, en el que vivo desde hace muchos años…, desde la Reforma Educativa de los años 70…, también se ha hecho camino, también se ha experimentado lo que supone una nueva encarnación: Y… “el camino sigue abierto…”

La educación en valores: Un reto para nuestro país.

Lala Romero
Lima, 10 de octubre, 2009

“Atreverse a educar” es un desafío para quienes ponen su vida en la tarea educativa de cada persona y de toda la sociedad. Pedro Poveda, cuya vida se empeñó en la educación, en la formación radical de las personas, la cuestión moral “no es cuestión de ideas y de normas” es de práctica, es, como dice Angeles Galino: “la razón que se forma conjuntamente con el cultivo de los sentimientos éticos y como la educación trata de diálogos entre personas, en ellos existirá siempre la reciprocidad interpersonal que ubica a los interlocutores en el mismo plano”.

A continuación, razones emanadas de las enseñanzas de Poveda:

Al educador le corresponde la “ejemplaridad ética”. En la escuela, en la comunidad local, en la sociedad toda, deberá incidir desde los propios valores, libremente elegidos y asumidos, las actitudes y normas que orientan su hacer en el desarrollo de los valores y actitudes, hábitos y normas de los educandos y la comunidad. ¿En el Perú, el estilo de vida de la mayoría de los educadores es modelo de actuación de valores?

La formación de los educadores deberá ser, en primer lugar, autoayudarlos a descubrir los valores y antivalores que orientan su vida. La autoconciencia de las propias actitudes, del nivel de desarrollo moral que tienen deberá permitirles continuar permanentemente a desarrollar un autoconcepto ajustado y positivo de sí mismos, desarrollar habilidades sociales que les permitan mostrar que tienen relaciones interpersonales con sus iguales y en la interacción educador-educando; desarrollar las capacidades necesarias para afrontar situaciones conflictivas en el aula, en la comunidad, en la sociedad, procesándolos creativamente y críticamente. En segundo lugar, la formación deberá tornarse autoformación para ayudar a asumir y vivir los valores que los educandos libremente escojan. El educador deberá mostrar, con sus palabras y con su práctica, que es un entusiasta de los valores. “En materia de valores los profesores enseñan mucho más con lo que ellos mismos son y hacen que con lo que escriben y dicen” (Hesburg, 1982: 39). La falta de coherencia del educador desorienta a los alumnos y escandaliza a la sociedad.

El educador deberá dar razones de la educación en valores. Deberá ser capaz de manejar las fundamentaciones sobre las teorías de educación en valores. Que conozca y domine el manejo de estrategias y técnicas necesarias para este estilo de educación. Que tenga las habilidades y maneje las estrategias pedagógicas de la Educación en valores para poder planificar, ejecutar y evaluar un plan de formación moral para sus alumnos, padres de familia y miembros de la sociedad, como parte del plan de la educación de los valores. Que sepa facilitar la autoeducación en valores como un contenido transversal, desde la gestión pedagógica, es decir, que atraviese los objetivos, los contenidos, las estrategias, la evaluación.

El educador deberá ser un agente de cambio hacia valores de solidaridad, justicia y paz. Nuestro Perú necesita que la escuela y la sociedad cambien, hacia la vida “viva” y no hacia la vida “muerta”, si cabe la palabra. Muchos compatriotas no viven sino que sobreviven para poder enfrentar los problemas del presente y el futuro. Los educadores saben que los cambios hacia la justicia, hacia el ejercicio de todos los derechos será posible si los cambios nacen desde las bases, desde los niños, y no tanto desde las disposiciones del Ministerio de Educación. Poveda dirá “ama la justicia, tanto como la vida”.

La sociedad que tenga escuelas que logren alumnos capaces de ser autónomos, protagonistas de sus aprendizajes, y de su crecimiento personal, junto a los otros, capaces de convivir singularmente en una sociedad plural y democrática, será, definitivamente, una sociedad nueva. Alumnos que vivan los valores como principios que orientan sus vidas y se esfuerzan por poner en práctica actitudes y hábitos considerados valiosos y capaces de afrontar problemas y resolver situaciones conflictivas de valor.

Una escuela moderna, crítica, útil a los individuos y a la colectividad será la escuela que se pregunte por lo que está pasando y por lo que nos está pasando a cada uno de nosotros. Una escuela que encare los problemas que nos preocupan, las dificultades de convivencia que tenemos, los retos que debemos plantearnos, que hable de los conflictos de valor que hoy se nos plantean. Una escuela que esté atenta a lo que sienten y valoran los alumnos, que tome en cuenta sus necesidades de autonomía y crecimiento. Una escuela cuya gestión institucional del centro esté impregnada por los valores consensuados por toda la comunidad educativa. Que en todas las actividades, procesos y relaciones podamos percibirlos. Una escuela alejada de dogmatismo, que rompa el poder de la tradición, del Estado y de las formas personales y colectivas de autoritarismo y de maltrato de maestros y alumnos.

Por todo esto, para Poveda se requieren educadores formados éticamente y comprometidos en la transformación social. Poveda dirá que le demos una vocación de educador y la sociedad tendrá escuelas con métodos y contenidos que prioricen los procesos de adquisición de capacidades y actitudes, que permitan afrontar y revertir los males de la sociedad: la corrupción, el autoritarismo y la falta de vigencia de los derechos humanos originados por los serios problemas económicos, políticos, sociales y culturales productos de la mal distribución y el afán de lucro desenfrenado. Los educadores deberán ser conscientes de que para la transformación de la sociedad se necesita contar con los continuos avances y cambios científicos, tecnológicos y sociales de la sociedad para dar respuesta a la demanda de calidad educativa de la sociedad; pero sobre todo con una ciencia orientada por el respeto a toda vida humana. La vida no puede interrumpirse, quitarse.

Los educadores deberán incidir polícamente. Se necesita influir en la política educativa de nuestro país, crear corriente de opinión a favor de una educación de calidad, especialmente para los niños y jóvenes marginados de los bienes necesarios para vivir y desarrollarse como hombres y mujeres, hacedores de una patria y un mundo, que como diría Poveda: “La bondad como la luz, es la resultante de todos los matices del bien que una persona es capaz”. “La bondad es una mezcla de todas las perfecciones morales… Es raro encontrar en la vida de una persona de bondad notoria y constante sin tener que elogiar en ella además todas las virtudes posibles”.

domingo, 26 de julio de 2009

El Sentido Socioeducativo de Pedro Poveda en las Cuevas de Guadix

Fabiola Luna Pineda
28 de julio de 2009

“Todo empezó en unas cuevas donde viven los gitanos...” En los cerros de Guadix (1902-1905), San Pedro Poveda puso en marcha un movimiento socioeducativo de trascendencia desde las cuevas del Guadix de los gitanos. El Padre entró en diálogo con “otros” que constituían una otredad cultural, -la etnia gitana-, y un verdadero “apartheid” en la España de su tiempo.

El Padre, al subir a los cerros de Guadix, descubre la pobreza y la marginación en que vivía una población diferenciada culturalmente lo que le implicaba, entre otras cosas, entrar en una comunicación intercultural. A la ciudad le falta el interés por los gitanos y además estaba llena de prejuicios y discriminaciones contra ellos. Prejuicios y discriminaciones porque eran gente muy “distinta”, conservaban sus leyes sociales, se trasmitían su cultura tradicional en forma oral, practicaban una severa endogamia, usaban vestimenta propia y otras costumbres. Rasgos que para ellos han sido fundamentales y que les han garantizado su supervivencia como pueblo. Pero. en los inicios del siglo XX, no sólo la ciudad de Guadix tenía prejuicios y discriminaciones contra los gitanos, la España misma y toda Europa, allí donde existían gitanos. Esto significa, como dice Vera María Candau, que los prejuicios y las discriminaciones se internalizan fuertemente porque son componentes configuradores de relaciones socioculturales asimétricas y desiguales constituyendo una precaria autoestima y una autoimagen deteriorada de quienes son víctimas de ellos.

En Guadix continúa el Padre el trabajo de evangelización, desde lo educativo, con la etnia gitana que ya otros han empezado. Encuentra a los gitanos, analfabetos y, creando escuelas para ellos empieza a revertir su situación. Los encuentra hambrientos y crea comedores populares, los encuentra desnudos y les conseguirá telas y alpargatas para los piececitos desnudos; y para “las velas” en las narices de los gitanillos, pañuelitos. Mercedes Gómez del Manzano nos recuerda la incipiente escuela profesional de tejidos para las mujeres jóvenes. Seguramente el Padre aspiraba a que los gitanos tuvieran un trabajo digno y con derechos, como decimos ahora.

Simultáneamente, su trabajo será un trabajo de “despertar” la conciencia. Que los gitanos se den cuenta de que tienen derecho a una vida digna, derecho a la educación y a todos los derechos humanos. Que, aunque vivan en los cerros, tienen derecho a ser reconocidos como ciudadanos. ¿Cómo Poveda se quedaría tranquilo ante una realidad que considera ciudadanos de distintas clases? Ciudadanos de primera clase, que no admiten limitación alguna en el ejercicio de sus derechos y otros, de segunda o de tercera, que no gozan de los mismos derechos. ¡Ni hablar! La forma de trabajo del Padre con esta etnia menospreciada es reconocerlos como iguales, enseñarles a conocer sus derechos y sus responsabilidades sin dejar de ser lo que son, gitanos, con unas costumbres culturales diferentes de la suya.

Del surco que abrió en Guadix dirá el Padre: “(...) fueron años de incesante trabajo y sufrimientos. Aunque yo sé muy bien lo miserable que soy, no puedo, sin faltar a la verdad, creer que en Guadix no hice muchísimo bien”. Todo el gran bien que realizó lo hizo a costa de muchas cosas y aún de su propia salud. Angeles Galino nos dice que quedó “no muy sobrado de salud desde los acontecimientos de Guadix”. Allí practicó la más genuina caridad que cada día fue creciendo y que hará decir a don Santos Moro que reflejaba los rasgos de la caridad de San Pablo de la que le nacía una gran ecuanimidad.

Su esfuerzo para que los gitanos ganen confianza en sus capacidades, capacidad para tener un mayor control de las decisiones de su grupo, lo traduciríamos hoy como un trabajo de empoderamiento. Conscientes de que éste tiene diferentes significados de acuerdo al contexto social, político y cultural que se defina. Friedman nos dice que la pobreza es “desempoderamiento” y el Padre encuentra a los cueveros, así, “desempoderados”.

¿Podríamos afirmar que el Padre no sólo luchaba para que sean ciudadanos españoles sino también para que se les reconozca su ciudadanía diferenciada culturalmente? Derrida dice que en “cada hombre habla la cultura”, por ello es lícito afirmar que Pedro Poveda, un hombre de exquisita sensibilidad y lúcida mente, no era sordo y ciego para no distinguir que estaba dialogando con una cultura diferente a la suya y, en consecuencia, combatía su pobreza y respetaba su diferencia cultural.

En los primeros años del siglo XX todavía no se hablaba de una ciudadanía intercultural que tenga espacios de manifestación, producción y representación en la sociedad. Para nosotros, hoy en día, es fundamental que la democracia plena tenga que pasar por encima de las diferencias étnicas-culturales. Es imposible no asociar el trabajo de promoción del ejercicio ciudadano, lo que hacía Poveda, con la promoción de la ciudadanía intercultural actual, que le llevaba a ponerse experiencialmente en esta perspectiva.

El Padre unirá a la piedad la acción social. El rosario ya no se hará solamente, por la veredas de los barrios de las Cuevas. El Padre quiere que la procesión se haga en dirección a la ciudad. Los citadinos van a oír cómo bajan los cueveros cantando. La fuerza dinámica en la experiencia humana que tiene el canto, es decir la unión de los sonidos con las palabras, lleva necesariamente a la animación. ¿A qué animaría a los habitantes de Guadix? ¿O deberíamos decir: a qué los “despertaría”? Seguramente, a salir a sus ventanas y contemplar el paso de los orantes, o, por lo menos, oírlos desde sus casas. De todas maneras es sentirlos presentes en la ciudad. Por eso el Padre comenzará a hacer presentes a los gitanos en la ciudad, que se vayan haciendo sentir en el espacio público, que empiecen a ser reconocidos como ciudadanos de primera y, por tanto, conseguir para ellos el derecho a participar en el bien común de la ciudad.

Pero..., una cosa es oír y otra muy distinta, comprender. No importa, el Padre pretende unir la ciudad a una periferia que tiene condiciones de vida muy precarias y costumbres culturales diferenciadas. Su camino no será agudizar la contradicción de las clases sociales, ni tampoco, excluir culturas distintas. Captaba las necesidades de los gitanos y para ello también sabía “despertar” a una conciencia solidaria de los que disponían de recursos materiales. “El dinero es lo que sobra”. ¡Bien dicho Padre! Eso mismo repetiremos muchos más. Dinero sobra, de lo que se trata es de redistribuirlo. Esto nos lo reafirma el Papa Benedicto XVI en su tercera encíclica, Caritas in veritate, que la globalización es una oportunidad para redistribuir la”riqueza con honestidad”. De hecho, una palabra que recorre el documento es “redistribución”.

El Padre no concibe evangelizar sin promover condiciones más humanas para los cueveros. Más tarde dirá el Concilio Vaticano II en la Constitución “Gaudium et spes”: “Una cosa es cierta para los creyentes: la actividad humana individual y colectiva o el conjunto ingente de esfuerzos realizados por el hombre a lo largo de los siglos para lograr mejores condiciones de vida, considerado en sí mismo, responde a la voluntad de Dios”.

Como hemos visto Poveda es un hombre de diálogo, “callar es más fácil que hablar bien” dirá. En su vida se fue desplegando la capacidad dialógica y decididamente la practicará hasta el final. Su opción por la palabra entra en contradicción radical con la violencia de la que fue víctima.

Al reflexionar sobre su presencia en Guadix y su trabajo de “empoderamiento” de los gitanos constatamos que Poveda estuvo presente en la política de su tiempo desde lo socioeducativo. Él nunca perteneció a ningún partido. Su camino no fue "la toma del poder", expresión que pertenece a la teoría que fundamentó los procesos revolucionarios del siglo veinte, en el cual el poder es considerado como un objeto, como un lugar que hay que tomar. El Padre en Guadix dará los primeros pasos en su pasión por la educación, que se irá convirtiendo en una urgencia creciente en la política de su España. ¡La España de principios del siglo XX cómo se jugó la fe en el Dios cristiano a través del tratamiento de la educación! En este tiempo crucial Pedro Poveda encontró en la educación su lugar de acción, su lugar para ser testigo del Evangelio.

Para Poveda, la educación es permanente porque su fundamento es Jesucristo. Es importante tener la conciencia de la condición del inacabamiento (Freire) de los seres humanos porque pone alerta la libertad. En la interacción con el medio, nuestras respuestas no se producen de forma automática y, aunque están biológica y culturalmente condicionadas, no están determinadas y esto abre una serie de posibilidades de acción o respuesta que constituyen momentos de libertad del individuo. Por ser inacabados y, conscientes de su inacabamiento histórico, los hombres y las mujeres se hacen necesariamente un ser ético, un ser de opción, de decisión
[1].

Definitivamente, somos capaces de transformar y transformar-nos, y de allí emerge la capacidad protagónica, histórica y política del ser humano, que no niega el condicionamiento estructural y cultural que nos conforma como seres humanos, miembros de una colectividad. La educación como proceso formativo contiene en sí misma tanto el poder de condicionar hacia determinadas formas de actuar, pensar y sentir como el de iluminar posibilidades de acción hacia un sentido u otro.

Es significativo que ya en Guadix el trabajo del Padre estuviera presente en la opinión pública. “El Accitano”, el periódico de Guadix, se hace eco periódicamente de los avances e impacto social que producen sus acciones: “Esta idea de un sacerdote, querido de estos habitantes, ha sido acogida con entusiasmo por razón del atraso y la ignorancia en que se hayan sumidas las personas que habitan en tan apartado barrio” (Accitano 19 de junio de 1902). Más tarde se encontrará en un mundo “donde la fe aparece para muchos como un delito público”
[2].

San Pedro Poveda, hombre de Dios y de diálogo como era, experimentará a Dios en esa cultura sin pretender dejar de lado la originalidad y fecundidad propia de ella. En ese sentido, Juan Pablo II afirma que “una fe que no se hace cultura, es una fe “no plenamente acogida, no enteramente pensada, no fielmente vivida”.

El Padre ha tenido que realizar un diálogo intercultural permanente porque ha tenido que “negociar” los significados culturales suyos y los de la etnia gitana de Guadix y así actuar comunicativamente de la forma más eficaz que le fue posible. Hay un testimonio que es una lindura y tal vez “demasiado” profundo para entenderlo del todo, la emoción que nos suscita al leerlo e imaginarlo nos trasmite mucho más:

“Juanico” dirá: “Yo le digo a usté que aquel hombre se despepitaba por dar crianza a los niños... Vamos, si no se va don Pedro de aquí yo sería un hombre... Vamos que yo no he visto una persona que tenga un corazón tan hermoso como tenía. Se pirraba por nosotros”
[3]. El Padre se puso experiencialmente en el corazón del otro.

Él, que decía que tenía la mente y el corazón en el momento presente, se esfuerza por “comprender” la realidad lúcida y críticamente y, al mismo tiempo, “sentir” la realidad, porque ésta no se constituye solamente de datos sino de vivencias que nos pueden impulsar más allá de nosotros mismos: “Sal de tu tierra”. En las cuevas de Guadix aprendió a impulsarse más allá de sí mismo, sus peculiares características de personalidad, así como su cultura, no fueron obstáculos para entrar en diálogo con Juanico y sus semejantes.

Donde no existen interrogantes es en que el Padre trabajó porque los gitanos sean más protagonistas de sus vidas con la ayuda de la ciudad de Guadix y de otros. Esta enseñanza es muy clara para nosotros y nos recuerda a Juan Pablo II cuando dice en su mensaje de Pascua de 2003: “¡Paz en Irak! Que los iraquíes se conviertan en protagonistas de una reconstrucción solidaria de su país, con la ayuda de la comunidad internacional”.

Actualmente, en el Primer Centenario de la Institución Teresiana, Asociación internacional privada de fieles de derecho pontificio, mujeres y hombres continuamos realizando la acción humanizadora y transformadora de la educación que promovió Pedro Poveda. Una educación que pide “ hacerse todo para todos, a fin de ganarlos a todos para Cristo …“ Una educación así, es decir, en sentido amplio y profundamente cristiano, le pidió a San Pedro Poveda la vida, un 28 de julio de 1936. Ya lo había dicho él: “Si hay que morir se muere, pero se muere en la batalla, con honra y con gloria, con Cristo, en nombre de Cristo y para gloria de Cristo”
[4].

Cuando con Loreto Ballester, la actual Directora General, nos preguntamos, Institución Teresiana, ¿A qué te sientes enviada en el siglo XXI? una de las tres respuestas que nos damos es: Desarrollar el enfoque socioeducativo del carisma como clave de transformación social. La meta de esta educación es convergente con los ideales de los cristianos y cristianas de todos los tiempos: Hasta que Cristo sea formado en nosotros”
[5].

Finalmente, en el Perú, desde 1943, los miembros de la Institución Teresiana, viven el llamado a la santidad, en medio de las responsabilidades diarias, y vibran y han vibrado, desde las diversas profesiones, con el enfoque socioeducativo. Desde este enfoque se ha vivido y trabajado por hacer realidad que el Perú es más grande que sus problemas. Y con muchos peruanos y peruanas hemos dicho que “algo se mueve” –eppur si muove – con el amigo Galileo llenos y llenas de esperanza. Con las luces y a pesar de las sombras de muchas situaciones difíciles de la patria, hemos sido testigos y constructores de ese “algo se mueve”, algo que no tiene que ver con la repetición de lo “viejo”. Que tiene ver con lo inédito.

Lo vemos: se mueven los indígenas, los movimientos sociales, las mujeres del “vaso de leche”, los maestros, los que luchan por la defensa de la vida, los promotores de los derechos humanos, los campesinos, los transportistas, los desplazados internos, los obreros de las minas, los desempleados, los periodistas que no esconden la información, las comunidades de base… y muchos otros y otras. Se crean organizaciones y asociaciones, forum, redes a nivel nacional y en conexión con el mundo internacional. En estos movimientos se encuentran grupos populares e intelectuales. Compartimos, creamos juntos, generamos nuevos sujetos sociales, en la denuncia contra la corrupción, contra la inseguridad ciudadana, en la búsqueda de la justicia y la reconciliación, en el anuncio de un Perú comprometido en la lucha contra la pobreza y todo tipo de discriminación y exclusión.

Somos conscientes de que si Guadix se convirtió en otro Belén para Don Pedro Poveda y nació de nuevo, para poder “nacer de nuevo”, el Perú debe ser otro Belén para nosotros.

Ante un país de grupos “desencontrados” que está caminado hacia el encuentro, creemos que el testimonio de la Institución Teresiana es crear, impulsar y comprometerse con dinámicas de encarnación, es decir, de salida de sí, de acercamiento, de encuentro, de compromiso con los débiles, con los pobres y excluidos del sistema. Encarnación en el Perú es el encuentro de “todas las sangres”, con la sangre del Crucificado.
[1] FREIRE, Paulo (1997). Pedagogía de la autonomía. México: Siglo XXI Editores.
[2]GALINO, Angeles. (1986) Prólogo de Cuadernos Biográficos Pedro Poveda. Raíces Linarenses, de Velázquez Flavia Paz. Madrid: Narcea S.A de Ediciones.
[3] VELÁZQUEZ, Flavia Paz. (1986). Cuadernos Biográficos Pedro Poveda... En los Cerros de Guadix. Madrid: Narcea S.A. de Ediciones.
[4] AHIT. Pedro Poveda: Lo que se nos pide, septiembre 1932.
[5] Pedro Poveda: Hasta que Cristo se forme en vosotros, 17 de febrero 1010. Consideraciones, Jaén, 1920, p.3 Existe edición facsímil. Publicaciones del Archivo de la Institución Teresiana, Madrid, 1982.